Café, pañales, leche en polvo, salsa de tomate, mantequilla, crema dental, fórmulas infantiles, champú, jabón de baño y jabón de lavar, es una mínima parte de la cantidad de productos regulados en Venezuela comenzaron a intercambiarse en grupos familiares, amistosos o de trabajo. Luego, y como consecuencia de la desaparición de artículos en los anaqueles, este método de trueque se trasladó a las redes sociales, como Facebook, Twitter e Instagram.
Este trueque se inició en Venezuela desde el 2015, sin embargo aún permanece entrando el 2017, es decir el problema de escasez no ha cesado en Venezuela.
A Lorena Hernández la escasez le tocó a la puerta en agosto de 2014. “Mi hija ya iba a cumplir un año y me di cuenta de que no tenía pañales. Al principio compraba la leche o los pañales de la marca que fuera, pero estos dos últimos años han sido fuertes”. Desde entonces, el canje de alimentos que hacía de vez en cuando en la institución educativa donde da clases se volvió una necesidad emergente y más recurrente, y lleva ya varios años en esto.
“Ahorita es bastante normal el trueque en mi trabajo. Tanto, que la coordinadora general del colegio también es la coordinadora de los intercambios. Ella dice cualquier día qué trajo algo para cambiar y la gente se le acerca a ofrecerle lo que tiene”, contó Lorena al diario El Guayanés en una cola en Farmatodo.
A Carolina Aponte le parecen injustas las condiciones que ahora exigen quienes, a través de las redes sociales, efectúan un trueque. “Dentro de los productos regulados lo más caro son los pañales. Entonces, la gente te dice tengo el paquete de pañales que necesitas, pero yo necesito, por ejemplo, desodorante. Le ofreces uno o dos y te dice que debes alcanzar el costo de los pañales con lo que ellos requieren. ¿Cuántos desodorantes debes darle a esa persona para pagar los pañales? Prácticamente tienes que hacerle un mercado. Abusan, de verdad”, sentenció.
La única vez que Aponte recurrió al trueque fue porque la necesidad la empujó. De resto, lo evita ante lo que considera una desproporción. Mientras tanto, personas en las redes sociales, no descartan las condiciones para ser miembros de grupos de intercambios.
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