El vicepresidente Tareck El Aissami encabezó ayer el traslado de los restos del dirigente antiperezjimenista, Fabricio Ojeda, hacia el Panteón Nacional, donde lo esperaron el presidente Nicolás Maduro; el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino; la presidente del TSJ, Gladys Gutiérrez, y la fiscal general, Luisa Ortega, entre otros.
La exaltación se hizo en omisión del artículo 187 numeral 15 que le confiere a la Asamblea Nacional acordar ese honor. El Ejecutivo se amparó en la sentencia número 6 de la Sala Constitucional, que se publicó el viernes 20 de enero y lo autorizó a llevar a Ojeda al Panteón sin considerar la opinión del Poder Legislativo.
Los actos empezaron a las 11:00 am en el Cementerio General del Sur y contaron con la asistencia de Thaís Ojeda (hija del dirigente político) que agradeció los honores en un breve discurso. No obstante, Fabricio Ojeda (hijo) publicó el domingo un artículo en el que expresó: “No creo que si estuviera vivo mi padre apoyaría a un gobierno como este, pero con el traslado de sus restos al Panteón se pretende afirmar lo contrario. Homenajes así, en vez de enaltecer, mancillan”.
El defensor del Pueblo, Tarek William Saab, que sirvió de orador de orden en el Cementerio del Sur, responsabilizó al ex presidente Raúl Leoni por el asesinato de Ojeda: “No me cabe duda de que Leoni fue el autor intelectual”.
Una vez en el monumento el ex guerrillero Rufo Meneses, de 84 años de edad, blandió un fusil mientras resumía la participación de Ojeda en la guerrilla de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Meneses entregó el arma al joven Antonio Galíndez, de la Juventud del PSUV, quien, fusil en mano y en presencia del ministro de la Defensa y demás autoridades del Estado, se comprometió “a continuar la lucha en defensa de la revolución”.
Fabricio Ojeda apareció muerto en su celda en junio de 1966, en los calabozos del SIFA y bajo la custodia del Estado.
Comentarios: