En muchos países hispano parlante, sus textos legales
tienen normado el trabajo, en cuanto a
sus definiciones legales, como aquellas actividades que realizan las personas
por cuenta ajena y en beneficio de un patrono que tiene la potestad, a causa de
ese trabajo subordinado, de darle instrucciones técnica a ellos sobre las características
del trabajo a ejecutar y, por el cual, recíprocamente, el trabajador tiene el
derecho a recibir, por el trabajo realizado o pactado, un pago/salario y los beneficios de la
seguridad social.
Dice
la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, que “el
trabajo es un hecho social y goza de protección como proceso fundamental para
alcanzar los fines del Estado, la satisfacción de las necesidades materiales morales
e intelectuales del pueblo y la justa distribución de la riqueza”
El
sicariato, en cambio, es una actividad delictual/abominable (cruel e inhumana),
mediante el cual a las personas se le quita la vida o se le causan otros daños irreversibles, ejecutada por
personas entrenadas y dedicadas a eso, a cambio de un pago que realiza quien lo
ordena y contrata al victimario.
El
trabajo son actividades dirigidas a producir bienes y servicios en beneficio de
la sociedad como un todo.
El
trabajo fomenta la vida.
El
sicariato destruye las vidas.
Desde
las miradas éticas y legales, el sicariato es un oprobio. Son maldades nacidas
del extravío humano generado en las sociedades en crisis y de agónicos valores.
El
sicariato, y otras actividades vecinas, por su repetición social, parecieran
ser trabajo, pero no lo son.
No
es trabajo aquellas añejas acciones de tormento y tortura modalizada en los
cuerpos policiales del mundo realizadas a fines de obtener confesiones de los
detenidos.
Esas
son maldades crueles, no trabajo. El trabajo dignifica!
Es
igual a la violación. Jamás esa modalidad sexual puede catalogarse de amor. Es
simplemente un delito horroroso!
El
robo de vehículos/piezas, ejecutado por bandas, en algunos casos muy bien organizadas, parecieran tener las
características del trabajo para sus intervinientes/ejecutantes, pero, además
de no encajar en las definiciones
legales del trabajo, producen, contrariando los resultados del trabajo,
impactantes sufrimientos a sus víctimas.
A
veces, por la severidad de los daños, las víctimas quedan inhabilitadas
psicológicamente de por vida!
Hacen
escasos días, un trabajador jubilado de Ferrominera Orinoco, de 76 años de
edad, fue sorprendido por una joven pistolera, elegante ella, en la avenida Gumilla,
la cual, como únicas palabras le dijo a víctima, “ esto es un atraco, haz lo
que te digo o te mato!
El
anciano con la pistola en la nuca se quedó paralizado.
Conduce
con calma, le dijo la pistolera sentada en el cojín de atrás.
Acto
seguido lo llevaron a un paraje solitario, en la vecindad de un barrio.
Mientras
le desvalijaban el carro lo acostaron viendo
hacia abajo, en la parte trasera del carro.
Para
que la víctima supiera que la cosa era en serio, le dieron un tiro en la oreja
izquierda.
Dominado
por el terror, el hombre pensó de todo!
Vinieron
a él una sucesión de imágenes.
En
la pantalla de su imaginario se apareció su esposa, sus nietos, sus hijos, sus
amigos, el café recién colado.
Y vio
su cuerpo en una urna!
Sintió
el dolor del llanto amargo de la desventura, próximo a él.
Saqueado
el carro, los victimarios se marcharon.
Viejo,
cuenta hasta diez mil, y te marchas, le dijeron.
El
desdichado hombre aún anda navegando en
el pánico.
¿Quiénes
le hicieron eso, estaban trabajando?.
No.
Estaban
delinquiendo!
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