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Este antiguo barrio nazi con la calle Adolf Hitler existió hasta hace unos meses en Nueva York

Existe una parte de la historia de la ciudad que “nunca duerme” que ni siquiera muchos neoyorquinos han oído hablar. Se trata de un campamento de verano nazi que luego pasó a convertirse en barrio muy cerca de la Gran Manzana. Sorprendentemente, parte de su esencia se mantuvo hasta hace muy poco.

Este antiguo barrio nazi con la calle Adolf Hitler existió hasta hace unos meses en Nueva York

En marzo de 1936, un grupo de simpatizantes alemanes nazis, la mayoría inmigrantes alemanes, se reunieron en Buffalo, Nueva York, y fundaron una organización llamada Bund. Aunque los miembros afirmaban ser estadounidenses patriotas y completamente independientes de Adolf Hitler y del Partido Nazi, su propósito era claro: promover una visión positiva del nazismo en Estados Unidos.

El líder del Bund, o Bundesführer, fue Fritz Julius Kuhn, un inmigrante alemán que se había unido al Partido Nazi en 1921, cuando la organización tenía solo dos años. Una de las fórmulas de Kuhn para tratar de obtener apoyo para su causa fue establecer varios campamentos de verano donde las familias alemanas podrían pasar las vacaciones, y a la vez ser adoctrinadas en la ideología nacionalsocialista.

Camp Siegfried, una isla al lado de un pequeño lago en el pueblo de Yaphank, en Long Island, Nueva York, fue uno de esos lugares, y el protagonista de nuestra historia

Camp Siegfried

El vecindario que rodeaba a Camp Siegfried también era propiedad del Bund a través de una organización subsidiaria llamada German American Settlement League. Esta organización era propietaria de la tierra y la había subdividido en parcelas individuales entrecruzadas por calles con nombres de nazis célebres, como Adolf Hitler, Hermann Goering o Joseph Goebbels.

Otros alemanes famosos, como el autor clásico Friedrich Schiller y el compositor Johann Sebastian Bach, también tenían calles para ellos. El Bund invitó a “ciudadanos estadounidenses con mentalidad nacional de sangre aria” a construir viviendas de verano en sus tierras. Aunque las familias tendrían sus casas, el Bund, a través de la Liga alemana, sería propietaria de la tierra en la que se construyeron las casas. De esta forma, esperaban garantizar que el vecindario que llamaban German Gardens permaneciera exclusivamente “ario”, con las familias socializando en Camp Siegfried durante el día.

Muchos de los edificios del campamento estaban decorados con esvásticas apoyadas sobre piedra. Las banderas con la esvástica también volaban por todo el campamento (aunque el Bund también tuvo cuidado de enarbolar una bandera estadounidense por encima de las banderas nazis).

Para los niños, los veranos en el campamento nazi fueron más o menos lo que se esperaba: muchas actividades tradicionales como senderismo, natación, deportes o bailes. Sin embargo, estas actividades fueron diseñadas con un propósito muy claro también: crear jóvenes “destinados a llevar adelante nuestros ideales nazis, y que finalmente traigan la victoria a los gloriosos ideales alemanes aquí en Estados Unidos”, rezaba un documento del campamento.

Tanto los niños como las niñas vestían uniformes inspirados en los de las Juventudes Hitlerianas. Con una diferencia: los uniformes estadounidenses tenían rayas en los brazaletes en lugar de cruces esvásticas. Los hombres también vestían uniformes nazis, en cambio, las mujeres llevaban vestidos tradicionales alemanes.

Por las mañanas, cuando los trenes especiales de “Camp Siegfried” llegaban desde Brooklyn y traían turistas al campamento, los campistas se vestían con sus uniformes nazis y desfilaban hacia la estación de trenes para recibir a los visitantes con un “Heil Hitler” junto a un saludo nazi, luego regresaban al campamento con los recién llegados.

Los discursos políticos fueron una gran parte de la experiencia de Camp Siegfried. Los campistas escuchaban interminables horas de conferencias elogiando a Hitler, promoviendo la ideología nazi, defendiendo la neutralidad estadounidense y atacando a judíos, comunistas, al presidente Roosevelt y a cualquiera que se hubiera mostrado contrario a la doctrina nazi.

Y dado que un objetivo era endurecer a los niños en pequeños grandes soldados para la causa aria, pasaban largas jornadas desfilando y practicando simulacros en el patio de armas.

Una de las ironías del Bund y, por extensión, de Camp Siegfried, era que, aunque su propósito era promover la causa de Hitler y el Partido Nazi, ni Hitler ni el Partido Nazi querían tener nada que ver con ellos. Mantener a Estados Unidos neutral y fuera de la Segunda Guerra Mundial el tiempo suficiente para que Alemania lo ganara era una parte importante de la estrategia de Hitler, incluso más importante que construir un movimiento Nazi en Estados Unidos.

Sí, Hitler quería el apoyo de simpatizantes nazis, pero también quería que permanecieran bajo tierra, para no provocar una reacción hostil de parte de Roosevelt o del público estadounidense. Los campamentos de verano nazis con banderas y esvásticas no eran exactamente lo que tenía en mente.

Sin embargo, Fritz Kuhn tenía sus propias ideas. El hombre se proclamó a sí mismo el “Führer estadounidense” y realizó una manifestación nazi tras otra en el país.

Finalmente, en 1938, Hitler pasó de ignorar el Bund a prohibir activamente que los ciudadanos alemanes en Estados Unidos pertenezcan al grupo. También prohibió al Bund usar emblemas nazis, pero Kuhn siguió adelante e incluso celebró la manifestación más grande en febrero de 1939, cuando unos 20.000 simpatizantes nazis asistieron a una manifestación celebrando el cumpleaños de G. Washington (a quien el Bund elogió como el “primer fascista de Estados Unidos”) en el Madison Square Garden de Nueva York. .

Fue un momento surrealista de la historia de Estados Unidos, con una gran muchedumbre de manifestantes antinazis rodeando el lugar durante la manifestación. Solo la mayor movilización policial para cualquier evento en la historia de la ciudad hasta ese momento evitó que la situación explotara en disturbios más graves.

En sus cinco años de existencia, el Bund nunca creció mucho más allá de su base de ciudadanos alemanes que vivían en Estados Unidos. Sea como fuere, a medida que la guerra entre Alemania y Estados Unidos se acercaba, el Bund comenzó a esfumarse. En diciembre de 1939, Fritz Kuhn fue juzgado y sentenciado a cinco años de prisión por un altercado. El hombre fue enviado a la prisión de máxima seguridad de Nueva York, despojado de su ciudadanía estadounidense cumpliendo su sentencia y deportado cuando se terminó la pena.

En el momento en que Alemania declaró la guerra a Estados Unidos después del bombardeo de Pearl Harbor en diciembre de 1941, el movimiento se había reducido a un puñado de seguidores. Nueve días después de Pearl Harbor, los miembros de la organización se reunieron en un lugar secreto en Manhattan y el Bund quedó en el olvido.

Sin embargo, los vestigios de Camp Siegfried siguen vivos hasta hoy, aunque no con ese nombre. Cuando el campamento fue confiscado por el gobierno federal durante la guerra, los propietarios que habían construido casas en German Gardens demandaron a través de la German American Settlement League, que fue reconstituida como una asociación de propietarios para recuperar la tierra.

Estos ganaron el juicio, pero Camp Siegfried nunca volvió a abrir. De hecho, hoy es un parque llamado Siegfried Park. Hitler Street ha cambiado su nombre a Park Boulevard, y todas las otras calles llamadas así por los nazis han cambiado también de nombre.

Las casas en German Gardens todavía están allí, muchas aún son propiedad de los descendientes de los miembros del Bund que las construyeron. Dicho esto, la mayoría de los edificios fueron derribados hace mucho tiempo. Algunos, como la sede del club, siguen en pie (aunque las cruces esvásticas se han eliminado o tapado).

Con todo, una cosa que no ha cambiado en todos estos años es que la tierra de los edificios, tanto en Siegfried Park como en German Gardens, es de la German American Settlement League. Y lo crean o no, lograron hacer cumplir su política de “solo alemanes” durante mucho tiempo después de que tales prácticas fueran prohibidas.

Lo hicieron a través de convenios que prohibían a los propietarios anunciar la venta de sus casas en cualquier lugar que no fuera el boletín informativo de la liga, el cual se distribuyó solo a los miembros. Los posibles compradores de viviendas también tenían que ser patrocinados por un miembro de la liga, y esa venta no podría llevarse a cabo a menos que la mayoría de los miembros votaran para aprobarla.

No fue sino hasta 2016, cuando una pareja de alemanes estadounidenses en su casa entabló una demanda contra las prácticas restrictivas, que la liga finalmente remplazó su constitución pro-alemana y los estatutos por otros nuevos que otorgaban a todos el derecho de comprar una casa en German Gardens.

Solo entonces las últimas huellas del nazismo en Long Island se desvanecieron. Y de eso hace unos meses, alucinante.

Fuente: gizmodo / MF

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