Una investigación realizada en la Universidad de Michigan nos revela que el potencial adictivo del queso es similar al que producen determinadas drogas, el alcohol o el tabaco
¿Se te hace la boca agua pensando en un suculento pedazo de tu queso favorito? Este ingrediente, común en muchas cocinas del mundo y presente en pizzas, bocadillos, pastas, salsas o ensaladas, guarda un secreto como clave del éxito que nos lleva a consumirlo de modo desenfrenado, ansiar con tenerlo en nuestras fauces o despertar picos de felicidad y euforia mientras lo estamos saboreando. Una investigación llevada a cabo con 500 estudiantes en la Universidad de Michigan nos revela que el queso es tan adictivo como determinadas drogas, el alcohol y el tabaco.
La razón se esconde en la presencia de una sustancia química: se trata de una proteína llamada caseína que tiene unos efectos similares a los de los opiáceos durante su digestión. Aunque se encuentra presente en todos los productos lácteos, en el queso donde su valor se multiplica por diez al tratarse de un producto muy elaborado. La caseína es la responsable de la liberación casomorfinas en nuestro organismo, propiciando una agradable sensación de euforia y bienestar y también provocando adicción, según revela la Escala de Adicción a los Alimentos de Yale, diseñada para medir los antojos de una persona.
En el experimento, se solicitó al medio millar de estudiantes que rellenasen un cuestionario para identificar los antojos alimenticios, encabezados finalmente por la pizza. El informe reveló que los alimentos de mayor rango en la escala de adicción eran los que contienen queso. Por ejemplo, la leche tiene una dosis minúscula de caseína, pero medio kilo de queso requiere aproximadamente cinco litros de leche, por lo que este producto concentra cotas altas de dicha proteína. De este modo, cuanto más procesado y graso es el queso, mayor es la adicción que genera en las personas.
Nicole Avena, coautora del estudio, afirmó que “el descubrimiento podría ayudar a cambiar la forma en que enfocamos el tratamiento de la obesidad. Puede que no sea una simple cuestión de ‘recortar’ ciertos alimentos, sino más bien adoptar métodos utilizados para reducir el tabaquismo, la bebida y el consumo de drogas”. La investigación reveló además que una persona promedio consume cerca de 15 kilos de queso al año.
El estudio no pudo demostrar el alcance preciso que tiene la casomorfina en el cerebro humano. Pese a que se calificó al queso como “una droga láctea” debido a la adicción que genera, la diferencia reside en que consumido de forma moderada y equilibrada no entraña riesgo para la salud humana.
Fuente: derf / MF
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