Periodistas extranjeros se dirigían el miércoles hacia la costa este de Corea del Norte donde tendrá lugar una ceremonia para desmantelar su centro de ensayos nucleares, un gesto notorio antes de una cumbre histórica con Estados Unidos cuya celebración pone en duda Donald Trump.
El Norte anunció el mes pasado que iba a destruir las instalaciones de Punggye-ri, en el nordeste del país, haciendo explotar los túneles de acceso, un anuncio que fue aplaudido por Washington y Seúl.
En Punggye-ri se llevaron a cabo seis ensayos nucleares. El último, el más potente hasta la fecha, se efectuó en septiembre y habría sido el de una bomba de hidrógeno.
El desmantelamiento se realizará entre el miércoles y el viernes, según las condiciones meteorológicas.
Corea del Norte presentó esta medida como un gesto de buena voluntad antes de la cumbre histórica entre Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un, prevista el 12 de junio en Singapur.
Pero la euforia que reinaba tras el anuncio de este encuentro ha dejado lugar a las dudas.
La semana pasada, el Norte amenazó con no participar en la reunión y anuló las conversaciones con el Sur, acusando a Washington de querer forzarlo a renunciar de forma unilateral a su arsenal nuclear. El martes fue Trump quien habló de la posibilidad de postergar el encuentro.
"Quizás no funcione para el 12 de junio", dijo Trump, en el Salón Oval junto a su homólogo surcoreano Moon Jae-in. "Si no ocurre, tal vez pueda ocurrir más tarde. Tal vez ocurra en otro momento", mencionando que se tenían que dar "ciertas condiciones", aunque no precisó cuáles.
"Terreno escurridizo"
Más tarde, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, buscó reducir la presión y sugirió que las instrucciones no han cambiado con relación a los preparativos. "Seguimos trabajando hacia el 12 de junio", insistió el jefe de la diplomacia estadounidense.
Washington exige una desnuclearizacón "completa, verificable e irreversible" de Corea del Norte. Pero Pyongyang siempre ha afirmado que no renunciará a las armas atómicas que ha desarrollado para protegerse de las amenazas norteamericanas de invasión.
Koo Kab-woo, profesor de la Universidad de estudios norcoreanos en Seúl, afirma a la AFP que se trata de un "terreno escurridizo".
"Trump quiere una desnuclearización rápida, que tendría lugar durante su primer mandato. Pero si es el caso, tiene que suministrar rápidamente a Corea del Norte las garantías correspondientes para su seguridad".
Los especialistas están divididos sobre el hecho de si las instalaciones quedarán totalmente inutilizables. Algunos de ellos estiman que quizás ya lo estaban, otros creen que un centro así puede volverse a activar fácilmente.
Varios expertos consideran sin embargo que este anuncio de Pyongyang sin pedir nada a cambio es un gesto destacado.
Para Go Myong-hyun, experto del Instituto Asan de estudios políticos, los dos campos intentan abordar la cumbre desde la posición más fuerte.
El desmantelamiento ante las cámaras extranjeras permitirá a Pyongyang ganar puntos a nivel internacional, aunque fracase la cumbre.
"Corea del Norte podrá decir a la comunidad internacional que hizo todo lo posible para conseguir la desnuclearización a través de las negociaciones pero que no lo consiguió por culpa de las presiones estadounidenses", dijo.
Reporteros de China, Rusia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Corea del Sur fueron invitados a cubrir el desmantelamiento de las instalaciones.
Partieron el miércoles de la ciudad norcoreana de Wonsan, según los tuits de varios periodistas, que dieron a entender que no tendrían conexión internet o móvil antes de regresar a esta localidad.
La Agencia France-Presse, como otros grandes medios internacionales, no fue invitada a cubrir el acontecimiento. AFP / RA
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