Tenemos 13 vitaminas con funciones biológicas diferentes y complementarias que cumplen un papel esencial en el correcto funcionamiento del organismo. El de la vitamina D es importantísimo: se ocupa, entre otras cosas, de fijar el calcio en el organismo y evitar así el riesgo de padecer osteoporosis, la amenaza fantasma entre las mujeres.
Además, un estudio realizado recientemente en Japón relaciona los altos niveles de vitamina D con un riesgo hasta un 20% menor de padecer cáncer, y otro trabajo concluyó que la vitamina D mejora la cantidad y la calidad del sueño nocturno. ¿Cómo podemos hacernos con ella? A través de la alimentación y dejando que nos dé el sol. Directo y sin protección.
Presente en pocos alimentos
Salmón, sardinas, ostras, huevos e hígado (rico en vitamina D, sí, pero también en tóxicos que los convierten en alimentos en el límite). Estos son los únicos que contienen vitamina D. Una lista muy breve que ha llevado a muchos países a enriquecer cereales, lácteos y zumos de naranja envasados con esta sustancia para paliar la falta de sol (piensa en los del norte de Europa, por ejemplo, con esos inviernos tan largos y oscuros).
El sol, la principal fuente
Pues sí, ese sol tan denostado por razones obvias, y contra el que nos previenen médicos, investigadores y la industria cosmética en pleno, es el proveedor de vitamina D por excelencia. Se calcula que el 50% de lo que necesitamos lo obtenemos a través de los rayos ultravioleta de tipo B (UVB), que son los encargados de sintetizar esta vitamina. ¿Esto significa que tenemos vía libre para tumbarnos al sol durante horas? No, porque entonces, como dice el refrán, es peor el remedio que la enfermedad: la radiación ultravioleta B también es la responsable del envejecimiento de la piel y provoca distintos tipos de cáncer (entre el 65 y el 60% de los casos). Entonces, ¿qué hacer? Para algunos especialistas, la solución pasa por exponerse al sol sin protección 15 minutos al día, tres días a la semana, a primera hora de la mañana o al atardecer. Da un paseo o túmbate al sol pero suspende la sesión si notas que la piel comienza a enrojecer.
Los suplementos funcionan
El déficit de vitamina D produce un ramillete de síntomas muy reconocibles: infecciones respiratorias –bronquitis, neumonía–, dolores de espalda, mala cicatrización y trastornos en el estado de ánimo. Puedes tomar un suplemento de vitamina D3 –la forma de vitamina D más activa– para mantener sus niveles, pero lo mejor es que lo consultes con tu médico, que podrá comprobar si tienes déficit o no a través de un sencillo análisis de sangre y actuar en consecuencia.
Fuente: vanitatis / MF
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