El papa Francisco concluyó hoy su visita de dos días a Irlanda, afectada durante décadas por abusos sufridos por menores y mujeres, con una misa de despedida en Dublín ante unas 300.000 personas, que le escucharon entonar un sentido "mea culpa" por esos desmanes cometidos por miembros de la Iglesia católica irlandesa.
Inesperadamente, el pontífice, antes de iniciar la eucaristía de clausura del IX Encuentro Mundial de las Familias, celebrado esta semana en la capital, leyó un mensaje en el que volvió a pedir perdón a las miles de víctimas y supervivientes irlandeses.
Desde el altar instalado en el Phoenix Park dublinés, Francisco se disculpó por los abusos de poder, de conciencia y sexuales cometidos por los sacerdotes, por las instituciones religiosas y por la jerarquía de la Iglesia en la isla, donde antaño tuvo un poder enorme y su influencia se extendía a todas las capas de la sociedad.
El papa, ataviado con una túnica verde, el color de Irlanda y estampada de diseños celtas, recordó que este sábado se reunió con ocho víctimas y que después de ello quería "poner delante de la misericordia del Señor estos crímenes y pedir perdón por ellos".
Así comenzó Jorge Bergoglio el largo e intenso acto de contrición por los "abusos cometidos en diferentes instituciones dirigidas por religiosas y religiosos y otros miembros de la Iglesia".
Entre los asistentes a la misa estaban el presidente irlandés, el laborista Michael Higgins, y el primer ministro, el democristiano Leo Varadkar, quien ha recordado al papa durante esta visita que la "nueva Irlanda" y su institución deben "firmar un nuevo pacto en el Siglo XXI" para dejar atrás su lado más "oscuro".
No ha sido un viaje fácil para el papa argentino, pues aunque su agenda giraba en torno al Encuentro de Familias, el tema de los abusos se convirtió en el centro de atención, con la presión añadida de grupos de supervivientes y del propio Gobierno de Dublín para que efectuara gestos al respecto.
Francisco insistió hoy, fuera del guión establecido, en que pedía perdón "por los casos de explotación laboral a los que fueron sometidos tantos menores" en Irlanda.
Pedimos perdón, continuó, "por las veces que como Iglesia no hemos brindado a los supervivientes la comprensión, búsqueda de justicia y verdad con acciones concretas".
También recordó cómo "algunos miembros de la jerarquía no se hicieron cargo de estas situaciones dolorosas y guardaron silencio", en referencia la cultura de ocultación que permitió mantener durante décadas la maquinaria de los abusos sistemáticos, y, por ello siguió pidiendo perdón.
"Pedimos perdón -recalcó en su único discurso en español en este viaje- por los chicos que fueron alejados de sus madres, y por todas aquellas veces que se decía a muchas madres que intentaron buscar a sus hijos, a los que se les alejaba, que era pecado mortal, y por quienes buscaban a sus madres".
Francisco dijo que "esto no es pecado mortal", sino el "Cuarto Mandamiento (Honrarás a tu padre y a tu madre)".
Su mensaje concluyó con una petición para que "el Señor mantenga en acreciente estado de vergüenza y construcción y nos dé la fuerza para comprometernos para trabajar para que nunca más suceda y se haga justicia".
Una justicia que pasa por que Francisco entre en "acción" y use su "influencia" para asegurar que la Iglesia colabora en el esclarecimiento de todos los casos pendientes y futuros, según le pidió Varadkar, el primer jefe de Gobierno irlandés declarado homosexual, quien también le habló de la tolerancia de la "nueva Irlanda" hacia los matrimonios gay o el aborto.
Tras escuchar su intervención en el Castillo de Dublín, el papa volvió a calificar los abusos de "crímenes repugnantes" e insistió en la necesidad de "adoptar normas severas", si bien no propuso medidas concretas al respecto, lo que ha provocado las críticas de grupos de víctimas.
El líder democristiano recordó hoy que Irlanda es ahora "un país diferente al de hace 39 años", el que conoció entonces el papa Juan Pablo II durante su viaje a la isla, que lo recibió en olor de multitudes, ignorantes aún de la magnitud de los escándalos.
Cuatro décadas después, su prestigio se ha deteriorado por los miles de casos de abusos y, aunque Varadkar consideró que todavía tendrá un papel importante, le dijo a Francisco: "ya no está en el centro de nuestra sociedad". EFE / RA
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