Los rumanos empezaron a votar este sábado para grabar en la Constitución la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo, en un referéndum apoyado por la izquierda en el poder.
Los 19 millones de electores del país tienen hasta el domingo por la noche para aprobar un cambio de la definición del matrimonio para que solo "un hombre y una mujer" puedan casarse y no los "esposos", como viene estipulado actualmente en la Carta Magna.
Los socialdemócratas del PSD, que detentan la mayoría, decidieron que la votación tuviera lugar durante dos días, con el objetivo de que participara el mayor número de personas, pues para que la consulta sea válida deben votar, al menos, el 30% de los inscritos.
Los opositores al voto instaron al boicot, ya que la victoria del sí estaría asegurada y podría alcanzar el 90% de los votos, según un sondeo del Instituto CURS publicado el viernes.
Una participación baja sería interpretada como un revés para los socialdemócratas, que en campaña aparecieron junto a altos prelados ortodoxos. El referéndum nace de una "iniciativa ciudadana" próxima a la Iglesia, que presentó tres millones de firmas para llevarlo a cabo.
"Mi educación, ortodoxa, mi educación tradicional, me hacen decir sí, así es como veo la continuidad de este pueblo", declaró recientemente el líder del PSD, Liviu Dragnea.
Tras una campaña en la que se exaltaron los valores de la familia, plagada de discursos homófobos, el PSD espera movilizar a la Rumania rural y conservadora, núcleo de su electorado.
El partido, que regresó al poder a finales de 2016, atraviesa un momento delicado por las acusaciones de querer debilitar la lucha contra la corrupción y de controlar la justicia.
Se espera que los resultados lleguen el lunes, cuando Liviu Dragnea debe comparecer ante la justicia por su proceso de apelación en el caso de empleos ficticios que le costó tres años y medio de prisión en primera instancia.
"Alimentar el odio"
Desde un punto de vista legal, nada cambiará tras el referéndum, pues la legislación rumana no autoriza ni el matrimonio entre personas del mismo sexo ni tampoco la unión civil.
Pero una prohibición explícita complicaría todavía más, o incluso imposibilitaría, cualquier cambio futuro de la ley en favor de las parejas homosexuales. Los partidarios del referéndum aseguran que quieren salvaguardar la institución del matrimonio.
Esta consulta provocó vivas críticas desde las instituciones europeas, que recordaron a Bucarest sus compromisos en materia de derechos humanos.
"No quiero que los valores de la familia sean transformados en argumentos para [...] alimentar los demonios más negros, el odio contra las minorías sexuales", lanzó el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans.
Según el sociólogo Marius Pieleanu, del Instituto Avangarde, este tipo de advertencias procedentes del extranjero podrían acabar teniendo el efecto contrario, dado que los discursos soberanistas y críticos con Europa están ganando terreno en Rumania.
"Una parte de los indecisos podrían movilizarse justamente a causa de esta actitud, que perciben como hostil hacia Rumania", declaró a la AFP.
"En una democracia, los derechos de las minorías no se someten a votación, en eso reside la diferencia entre la Edad Media y el siglo XXI", alertó la oenegé rumana de defensa de derechos Centro de Recursos Jurídicos (CRJ).
Como otras voces contrarias al referéndum, el poeta y expresidente de la Unión de los Magiares de Rumania, Bela Marko, teme que esto abra la puerta a otras consultas "sobre el aborto, sobre la religión del Estado, la pena de muerte, los gitanos [...]". AFP / RA
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