El sistema universalmente utilizado para determinar el nivel de sobrepeso u obesidad en individuos adultos es el Índice de Masa Corporal (IMC), recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMC), el cual calcula la relación entre el peso en kilos y la estatura en metros según la fórmula IMC = peso / (altura x 2), ejemplo: 55 / (1,5 x 2) = 55 / 3 = 24,44 = 24; según la OMS, un IMC de 18,5 a 25 se define como normal, de 25 a 30 denota sobrepeso, de 30 a 35 significa obesidad moderada, mientras que un IMC superior a 35 expresa obesidad severa; recuerda citando a especialistas la Fundación Torres-Picón.
Sin embargo, el IMC no permite determinar qué proporción del peso corresponde a grasa o a masa muscular, huesos u órganos internos, lo que puede arrojar lecturas inexactas, particularmente en personas de la tercera edad, dados los cambios hormonales y metabólicos que acompañan al proceso de envejecimiento y que generalmente implican pérdida de masa muscular, reducción en la talla y aumento en la acumulación de grasas.
En efecto, al llegar a los 70 años de edad, la mujer ha perdido en promedio unas 2 pulgadas de la estatura que tuvo durante su vida adulta, aproximadamente unos 5,08 centímetros, en tanto que en el hombre la pérdida es de unas 1,2 pulgadas, es decir, unos 3,04 centímetros; asimismo, tanto en hombres como en mujeres la distribución de la grasa corporal se modifica con el paso de los años, tendiendo a acumularse principalmente alrededor de la cintura y en el abdomen. Al mismo tiempo, en ambos sexos tiene lugar un proceso natural denominado sarcopenia, el cual consiste en una pérdida gradual de masa muscular de entre un 3% y un 8% por cada década a partir de los 30 años de edad, proceso que se acelera al iniciarse la sexta década de vida. La sarcopenia es más frecuente en el sexo masculino, se calcula que a partir de los 75 años afecta a entre un 55% y un 60% de los hombres, en tanto que un 45% de las mujeres la presenta.
No obstante, al evaluar la obesidad en el adulto mayor solamente mediante el IMC, estos factores no son considerados, lo que puede contribuir a que muchos casos de obesidad y desnutrición se oculten detrás de un IMC aparentemente normal.
A esto se refirió el doctor Luis Adolfo Calvo Bolaños durante su participación en el Congreso Médico Nacional, el cual recientemente tuvo lugar en San José, Costa Rica. “Los geriatras siguen viendo el bajo peso como mayor problema. La desnutrición sí es común en el adulto mayor. Y, si nos vamos a medir el sobrepeso con base al IMC, veremos que son pocos los que sufren esta condición y, en estos casos, se pensaría que no tienen mayor riesgo cardiovascular que quienes tienen peso normal”, señaló.
La explicación de una tasa “engañosamente normal” de IMC saludables entre adultos mayores podría hallarse, según Calvo Bolaños, en que muchas de las personas que desarrollan enfermedades crónicas asociadas al sobrepeso y la obesidad, como la hipertensión y la diabetes, o sufrieron eventos catastróficos relacionados con estas patologías, como infartos cardiacos o accidentes cerebrovasculares, simplemente no sobrevivieron para alcanzar la tercera edad, y quienes sí sobrevivieron a pesar de tener estas condiciones deben agradecerlo a que poseen características especiales, como factores genéticos, un “metabolismo agradecido” u otras “adaptaciones biológicas”.
MÁXIMO CUIDADO
“No es lo mismo una libra (453,6 gramos aproximadamente) de músculo que una libra de grasa, el músculo pesa mucho más. Entonces, es natural que si estamos perdiendo masa muscular nuestro peso baje. Pero, aquí es donde viene lo engañoso, nuestra grasa puede acumularse y subir, pero, como hemos perdido músculo, no lo notaremos y esto es grave. A estas edades puede haber personas con bajo peso según el IMC, pero con mucha cantidad de grasa y esto puede poner en riesgo su salud”, explicó el médico.
Existe una condición aun más grave y es la denominada obesidad sarcopénica, es la que presentan las personas que, a pesar de tener una significativa pérdida de masa muscular, la proporción de grasas en su organismo es tan alta que su IMC indica sobrepeso u obesidad.
“Es la peor de las combinaciones. A nivel mundial se habla de que lo tienen el 2% de los mayores de 70 años y el 10% de los mayores de 80”, advirtió Calvo Bolaños.
Sin embargo, hay un método eficaz para calcular con relativa exactitud la proporción de grasas en el organismo, y es mediante la utilización de un instrumento sencillo: la cinta métrica. A través de la medición de la circunferencia de la cintura es posible determinar si la proporción de grasas es mayor a la considerada saludable, lo que permitiría tomar las medidas preventivas convenientes.
“El riesgo de muerte atribuible a la circunferencia de cintura sí es significativo, no el del IMC. Los hombres con una circunferencia de cintura mayor a 40 pulgadas (101,6 cm) tienen un riesgo de muerte 6% mayor a quienes no. En las mujeres, cuya cintura mide más de 35 pulgadas (88,9 cm), el riesgo es de un 8% más”, explicó el especialista.
La obesidad en adultos mayores, adultos más jóvenes y niños no es un asunto o tema de estilo, modas o tendencia. Debemos insistir en su prevención. Hay que promover hábitos de vida saludables desde la infancia, y los pacientes en control con los profesionales de la salud deben recibir consejos y el tratamiento que en verdad les corresponde”, señala Pedro J. Torres, presidente de la Fundación Torres-Picón, enfocada en prevenir la obesidad infantil, destacando como clave este comentario.
GF/EDC
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