Las vitaminas son sustancias que el organismo no produce por sí mismo pero que necesita para desarrollarse y funcionar en forma saludable; generalmente las vitaminas se obtienen a través de los alimentos, pero en algunos casos se obtiene también a través de otros medios, como en el caso de la vitamina D, llamada también “la vitamina de la luz” ya que hasta un 90% de ella se sintetiza en el organismo gracias a la acción de la radiación ultravioleta de la luz solar. Para esto es imprescindible tomar al menos quince minutos diarios de sol, sin protector solar, a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, a fin de evitar los efectos nocivos que produce la exposición en horas en que la radiación es más fuerte.
Siendo la fuente de esta vitamina tan sencilla y sin costo, podría pensarse que su deficiencia en las personas debería ser relativamente rara, pero la realidad es muy distinta; en efecto, se estima que entre un 70 y un 80% de la población mundial adolece de deficiencia de vitamina D, un verdadero problema de salud pública a escala global por cuanto este déficit está asociado con una serie de patologías como enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cáncer, inmunodeficiencias, síndrome metabólico, obesidad, diabetes tipo 2 y, en consecuencia, un aumento de la mortalidad.
En vista de esta información, y dada la creciente expansión de la obesidad y la diabetes tipo 2 alrededor del mundo, un grupo de científicos de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Medeniyet, de Estambul, llevó a cabo un estudio sobre la relación entre ambas enfermedades y la carencia de vitamina D, y cuyos resultados fueron dados conocer recientemente en la afamada revista Journal of Obesity and Overweight.
Esta investigación se enfocó en analizar cómo la deficiencia de vitamina D puede ser la causa de la inflamación en el tejido adiposo, es decir, las grasas del cuerpo, y el estrés oxidativo, esto es, el deterioro celular que surge a partir de la producción de radicales libres; por otro lado, la falta de vitamina D puede generar resistencia a la insulina, puerta de entrada para el desarrollo de la diabetes tipo 2, y además altera la respuesta del organismo a las citosinas, las cuales son un grupo de proteínas cuya principal función es la regulación de las reacciones inmunitaria e inflamatoria.
La presente nota se comparte dentro del eje de actividades de divulgación preventiva en salud llevadas a cabo por la Fundación Torres-Picón.
Existen básicamente dos formas de vitamina D, la D2, producida en forma natural por algunas plantas, y la D3, también conocida como colecaliferol, la cual es sintetizada por el organismo en presencia de la radiación ultravioleta de la luz solar y que constituye casi el 90% de nuestra fuente de absorción; el colecaliferol también puede obtenerse mediante la ingesta de ciertos alimentos de origen animal, como la grasa del arenque, el salmón, las sardinas, el atún o el aceite de hígado de pescado, así como también los huevos, el queso, la leche y la mantequilla.
La deficiencia de vitamina D puede determinarse mediante un análisis de laboratorio, pero más allá de eso existe una serie de señales y síntomas que delatan la presencia de este problema, entre los cuales los más frecuentes son cansancio, debilidad, apatía, ansiedad, hormigueos y entumecimiento, calambres musculares, trastornos del sueño y la concentración.
Con el propósito de subsanar esta deficiencia, la Organización Mundial de la Salud ha realizado una serie de recomendaciones que incluyen tomar sol diariamente, al menos durante quince minutos durante las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde, además de la ingesta diaria de 5 mg de Vitamina D, equivalente a, por ejemplo, unos 100 gramos de atún; en pacientes con déficit severo de vitamina D, el médico será quien recomiende los suplementos vitamínicos adecuados para cada caso y las dosis indicadas, las cuales no deberán ser sobrepasadas por el paciente en ningún caso.
Hacemos un exhorto más para que cuidemos la salud y para que especialmente no desmayemos en la tarea de apoyar o impulsar medidas preventivas de la obesidad y el sobrepeso. Nuestros niños y jóvenes pueden librarse, salvarse, de esta amenaza a la salud pública que con carácter de epidemia global se ha esparcido, comentó Pedro Torres Ciliberto, de la organización y fundación Torres Picón, enfocada en la prevención informativa del problema, así como en la promoción del arte, la cultura y la educación como medios para la superación personal y el desarrollo.
GF/EDC
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