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#23Abril: Día Internacional del Libro

En Venezuela, la crisis económica se ha reflejado en la industria editorial: han cerrado librerías, han emigrado escritores, correctores y editores. Sergio Dahbar es uno de los pocos editores que quedan. Es un Quijote que cree en el libro como misión y no como negocio.

#23Abril: Día Internacional del Libro

El Día Internacional del Libro es una celebración a nivel mundial desde 1996 con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor.

Dahbar cree que sí tenemos algo que celebrar este Día: “Debemos celebrar que exista todavía el libro como lo conocemos desde hace mucho tiempo, en papel. La tan mencionada muerte del libro por la aparición de los formatos digitales no acabó con la versión impresa. Al contrario, repotenciaron la forma de difundirlo y venderlo. Hay que celebrar que los escritores sigan escribiendo, contra todas las amenazas contra la libertad de expresión que existen. Hay que celebrar que, en Venezuela, en una hora tan oscura, sobrevivan editores, impresores, libreros, correctores, autores… Es algo notable la resistencia que expresan todos los días algunos de quienes trabajan en este sector. Hay que celebrar esa primera línea de acción que todos los días encuentra razones para tirar la toalla y que de todas maneras hace su trabajo”.

Para este Quijote del mundo del libro, en Venezuela no existe la actividad editorial como negocio: “Es duro decirlo de esta manera, pero no existe. Si producir un libro te sale un costo alto y cuando te das vuelta para venderlo en puntos de venta no puedes poner el precio que deberías para recuperar inversión y ganar algo, ese negocio es malo. Que quienes siguen lo hacen porque creen en los valores que encierra un libro como posibilidad de educación y divertimento para una sociedad, es otra cosa. No podemos hablar de negocio. Estamos hablando de una misión. Como misión, los libros son un instrumento poderoso, para mejorar la vida de la gente, para viajar sin moverte, para divertirte, para conocer el amor o la rabia o el pensamiento.

¿Cómo ha sobrevivido editorial Dahbar?

De una manera muy difícil. Pero seguimos de pie. Editorial Dahbar cree que los libros podrían ayudar a la gente a ser mejores personas. Con esa idea, colocamos todos los días un nuevo grano de arena. Amamos lo que hacemos. No nos cansamos. Todos los días busco aliados que quieran ayudar para que los libros sigan de pie. Hasta hoy lo hemos logrado.

¿Cuántas editoriales continúan en Venezuela?

Pocas. La editorial de la Universidad Andrés Bello que dirige con sabiduría y constancia Marcelino Bisbal es una importante. Todmann editores es otro sello que respeto y que sigue de pie. Hay sellos más pequeños que pelean cuerpo a cuerpo para mantenerse en el mercado. No es fácil. Es una lucha de ardillas contra demonios malucos.

¿Cuántas librerías han desaparecido?

Habría 200 librerías en su mejor momento, con las cadenas a tope. Si quedan 20 en todo el país, podemos hacer una fiesta. Las que quedan, merecen mi respeto y que les hagamos un homenaje. En la gran historia de la cultura venezolana que no se ha escrito aún, habrá que reivindicar el sector del libro. Todo llega.

¿Los libros digitales han golpeado a las editoriales?

No. Taxativamente. Lo que han hecho es ampliar la posibilidad de compra y difusión. Bienvenidos.

¿En los últimos tres años cuántos libros ha publicado Editorial Dahbar?

Alrededor de 30 libros. No busco cantidades. Busco sentirme orgulloso de lo que publico. Sentirme orgulloso de los autores que tengo. Sentirme en paz con el trabajo que hago. Duermo muy bien. No tenemos deudas. Y creemos en el poder de la palabra.

¿Desde cuándo existe editorial Dahbar?

La empresa que dio origen a todo, Cyngular, nació en 2006. El primer libro apareció en 2011. Nuestro verdadero debut en este negocio ocurrió en 2013, cuando publicamos Afiuni, La presa del comandante, de Francisco Olivares. Llegamos a vender 23 mil ejemplares. 3000 libros en un día. Pero si algo he aprendido en este negocio, es que todos mis libros me importan. Y los que no venden hoy, quizás vendan mañana. Me gusta el catálogo que hemos construido. Se parece en algo a mí, con mis debilidades y fortalezas. Y hemos crecido. Hemos aprendido a abrir el campo de intereses.
ERN

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