Una maqueta de la estructura que protegió de las bombas la Fuente de la Cibeles de Madrid durante la guerra civil española (1936-1939), conocida como la "Linda Tapada", ha reeditado el recorrido que hizo hace 82 años una falla de este monumento que regalaron las autoridades republicanas a Moscú.
Los autores son el artista visual Fernando Sánchez Castillo y el historiador de arte Miguel Caballero Vázquez, quienes acompañan la maqueta con fotos, libros y documentos en la exposición "Tesoros Efímeros" del Museo Estatal de Arquitectura Schusev.
El conjunto de obras alude a la historia de la Guerra Civil y sus lazos con la Unión Soviética para indagar sobre temas como la perdurabilidad del arte, el contexto histórico y la memoria.
La exposición también aborda las relaciones entre los pueblos de ambos países con ocasión del ochenta aniversario del exilio republicano español y los 82 años de las evacuaciones de los niños de la guerra que vinieron a Rusia.
"Esta exposición tiene una parte de arte contemporáneo y tiene otra parte de historia de la arquitectura y de historia del patrimonio", declaró a Efe Caballero, catedrático de la Universidad de Chicago y comisario de la muestra.
La exposición se centra en el reto que afrontó la II República a la hora de proteger los monumentos arquitectónicos ante la amenaza inédita de los bombardeos aéreos, "cuando la destrucción venía de arriba".
La pieza central, creada con materiales combustibles por Fernando Sánchez, representa una estructura con elementos de arquitectura constructivista, cubierta por "arena" y sacos, que simula aquella construcción que protegía la Fuente de la Cibeles de Madrid.
La forma de aquella estructura era conocida como la "Linda Tapada", porque dentro estaba la Cibeles. También se la conocía como la tumba del fascismo, porque tenía un carácter funerario, "y su forma y su diseño son hasta hoy día un misterio", comentó el autor de la pieza.
Sánchez y Caballero tienen la intuición de que la creación de esta instalación fue asesorada por expertos soviéticos que ayudaban al bando republicano, según relataron.
El peculiar diseño de la estructura, que recuerda la arquitectura constructivista rusa, no respondía a una mera intención estética, explicó el artista, sino que obligaba a las ondas expansivas de las bombas a desplazarse hacia arriba y hacia los lados, con lo cual se preservaba la integridad de la estatua de la fuente.
Y aunque en la pieza no se advierte de modo explícito la Cibeles, los asistentes a la muestra pueden intuir que dentro de la instalación de Fernando Sánchez la fuente realmente se encuentra a salvo del peligro.
La Cibeles "fue protegida de una manera muy experimental, pero también en una estructura muy bella en si misma. Nosotros consideramos que es un monumento", indicó Caballero.
La decisión de enviar a Moscú una falla que representaba la fuente correspondió al entonces responsable de Bellas Artes de la II República, Josep Renau, quien quiso celebrar con este gesto el 20 aniversario de la URSS, según el comisario de la muestra.
Renau defendía que los monumentos debían ser efímeros, al igual que las fallas valencianas, porque lo importante era el ciclo de creación-destrucción que permitía unir a los colectivos para que levantaran los monumentos significativos de cada época, y así tornar la creación más democrática, explicó.
Aunque se desconoce cuál fue el destino de aquella Cibeles, los autores sí tienen claro cuál será el destino de la instalación presentada en Moscú.
"Al final de la exposición la quemaremos para cumplir ese ciclo del que hablaba Renau y para renovar esos lazos entre pueblos, entre el pueblo español y el pueblo ruso", concluyó Caballero. EFE
RA
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