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Doctora que se trató el covid-19 en casa considera que los refugios no son la solución

La médico, que vive en Zulia, contó que prefirió curarse en su hogar que ir a uno de los asilos dispuestos por el régimen debido a la falta de atención adecuada para los ciudadanos. Contó que un primo de ella estuvo en uno de ellos y, salvo lo que le llevaron sus familiares, no recibió tratamiento ni comida



Para Jessica, nombre ficticio de una doctora venezolana para proteger su identidad, los refugios no son la solución para tratar a los pacientes con covid-19 debido a que en muchos casos pueden ser tratados en casa.

La profesional de la salud contó a la Voz de América cómo ella misma se curó del coronavirus con un tratamiento que se aplicó en su hogar, donde se aisló por 30 días.

Con más de 60 años de edad y residente en el estado Zulia, la médico indicó que se contagió luego de viajar en auto con una prima, también doctora, que ya presentaba síntomas de covid-19 y que días después murió por una complicación respiratoria.

Cuando comenzó a manifestar los síntomas leves de la enfermedad, confirmó su diagnóstico en un hospital de Maracaibo.

Las enfermeras le informaron que debían iniciar con el protocolo, lo que significa reportar el caso e internarla en un centro de salud o refugio controlado por organismos de seguridad del Estado.

La doctora conocía la situación de los refugios porque otro primo estuvo internado en un restaurante en San Francisco habilitado para pacientes con covid-19. Allí permaneció sin comida y sin tratamiento, hasta que sus familiares comenzaron a llevarle alimentos y fármacos de forma clandestina.

Es por esto que Jessica hizo valer su credencial de médico con más de 25 años de experiencia y convenció a sus colegas para que la dejaran marcharse a su hogar.

Tratamiento en casa

El primer paso fue que su esposo y su hijo usaran mascarillas en áreas comunes. Además se aisló en un cuarto de la casa.

Los tres comenzaron a tomar oligoelementos con zinc, también vitamina C y ácido fólico.

En su caso, se trató por siete días con claritromicina, un antibiótico, y dexametasona, un potente glucocorticoide sintético con efectos semejantes a las de las hormonas esteroides que actúa como antiinflamatorio e inmunosupresor.

Tomó, además, complejo vitamínico B para su estado emocional. “Esto ocasiona un shock emocional que hace pensar cosas horribles. Segregas adrenalina que descargas al torrente sanguíneo y te hace funcionar mal los órganos”, detalló.

Una psicóloga amiga le ayudó con terapias emocionales a distancia.

Tras 30 días, finalmente se encuentra recuperada y ni su esposo ni su hijo se contagiaron.

Aseguró que varios de sus compañeros también se han aplicado tratamientos en casa y lograron recuperarse.

Criticó el tipo de medicamentos que aplican en la red pública de salud a los pacientes con el nuevo coronavirus, la hidroxicloroquina y la azitromicina.

“Esta enfermedad se puede vencer si se le ataca desde los primeros síntomas. Hay que enfrentarla sin miedo y con educación”, insistió.


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