En el departamento El Cauca, Colombia, al menos seis personas fueron acribilladas, por un grupo armado ilegal, que también lanzó una granada, mientras los afectados se encontraban en una gallera.
Tanto las fuerzas de seguridad como las autoridades judiciales se desplazaron al lugar para establecer qué sucedió, mientras todavía se investiga el número de heridos que dejó el ataque.
En Munchique ya se había perpetrado la masacre de tres personas el pasado 26 de abril, y la Defensoría, encargada de velar por los derechos humanos, había emitido desde entonces dos alertas advirtiendo el inminente peligro de violencia en la zona.
“Insistimos en la urgente necesidad de erradicar los factores de violencia que afectan los derechos y ponen en constante peligro la vida de los colombianos. Hacemos un llamado a la pronta respuesta a las alertas tempranas que hemos venido emitiendo, y evitar hechos como el que estamos lamentando”, declaró el defensor del Pueblo, Carlos Camargo, quien acaba de asumir el cargo.
El presidente anunció la creación de una Unidad Especial contra Homicidios Colectivos, aunque se desconocen avances concretos en ese frente. Duque ha estado volcado a atender la crisis del coronavirus y lleva un semestre presentando un programa de televisión diario sobre la pandemia, mientras su Gobierno ha enfrentado una oleada de críticas por insistir en ese término, “homicidios colectivos” – que el Ministerio de Defensa ha usado durante varios períodos–, para referirse a estos crímenes.
“No es que volvieron, es que no se han ido tristemente estos hechos de homicidios colectivos”, ha defendido el presidente. Entre los indicadores de violencia, el de las masacres, en particular, puede tener diferentes criterios según la fuente, pero el deterioro en los dos años que lleva Duque en el poder ha hecho saltar todas las alarmas.
La oficina de Derechos Humanos de la ONU registró 36 masacres en 2019, la mayor cifra de su conteo desde el 2014, y este año se encamina a superar ampliamente esa cifra. Según Indepaz, una ONG dedicada a temas de conflicto armado, ya van 60 masacres en lo que va de 2020 en Colombia, nueve de ellas en el Cauca.
Tanto Cauca como el vecino departamento de Nariño, cerca del corredor del Pacífico y la frontera con Ecuador, son dos de las zonas más asediadas por los grupos paramilitares, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), considerada la última guerrilla activa en Colombia, y los disidentes de la extinta guerrilla de las FARC, grupos se disputan las rutas del narcotráfico y el control del territorio.
El aumento de las masacres se acumula con el incesante asesinato de líderes sociales y excombatientes que firmaron la paz para dibujar una preocupante crisis de seguridad en muchas regiones apartadas. El acuerdo con las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), firmado a finales de 2016, pretendía extender la presencia del Estado, pero las autoridades no han ocupado el vacío dejado por la que fuera la guerrilla más antigua de América.
La nueva etapa de violencia armada es más fragmentada, sin actores dominantes como eran en su momento las FARC o los paramilitares agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Con información de: globovisión.com
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