El Colegio de Profesores en Ciudad Guayana estima que más del 80 % de las escuelas carece de condiciones para un reinicio de clases presenciales. La mayoría ni siquiera cuenta con servicio de agua.
Puerto Ordaz. Después de anunciarse el reinicio de clases presenciales en una primera etapa para el 16 de septiembre, el Ministerio de Educación trabaja en la adecuación de algunas instituciones para recibir a los alumnos y docentes. Sin embargo, en Ciudad Guayana no se dan abasto por la cantidad de escuelas en abandono desde mucho antes de que comenzara el confinamiento por la pandemia de COVID-19, en marzo de 2020.
Un ejemplo de ello es la escuela Ciudad Piar, en San Félix. Desde 2019, las docentes, cocineras y representantes denunciaron el deterioro de las instalaciones y la falta de condiciones para atender a los niños.
Aquí los niños venían a la escuela por la comida y ni eso tienen garantizado. A veces llegaban preguntando si ese día sí había comida, porque en sus casas no había. Lo que llegaba a la escuela era que si caraotas y azúcar una semana, la otra mandaban leche y arroz o pasta, y así. Los representantes colaborábamos para comprar los aliños al menos. Comenzó la pandemia y se terminó de perder eso”, denunció la representante de un estudiante.
Los alrededores de la institución son arropados por la maleza, en especial en áreas que nunca más se utilizaron, como unos baños que están en la parte de afuera y están desmantelados.
Dentro es muy poco lo que se rescata, pues no hay ni iluminación ni servicio de agua regular. En el área de la cocina, las estructuras amenazan con derrumbarse.
PAE inexistente
Para la docente Erika Carvajal, “si las escuelas antes estaban en abandono, ahora están más destruidas. Ni siquiera funciona el Programa de Alimentación Escolar. Ahora no llegan ni los lácteos, y a veces les daban a los niños una arepa sola”.
Considera que lo que no se ha hecho en 20 años no se hará en unos pocos días. Más aún cuando no hay condiciones para cumplir con la bioseguridad.
Las instituciones se mantenían por el apoyo de los representantes. Las jornadas Gotita de Amor llegaban solo a algunas instituciones. Por ejemplo, en Campo Rojo pintaron, desmalezaron y entregaron útiles”, comentó Carvajal.
Algunas de esas instituciones, incluso, son refugios de las personas afectadas por las recientes inundaciones. Es el caso de la escuela José Ángel Ruiz, en San Félix.
“Los baños están horribles. Hay unos que están dañados, tampoco hay iluminación. Como la escuela estaba cerrada, se deterioró más; la abrieron porque pedimos el apoyo para los damnificados por la crecida del río”, manifestó Neria Fuentes, una de las refugiadas.
Del Programa de Alimentación Escolar no ha visto ni la sombra, ni en esa institución ni donde estudian sus nietos: “Ni para los refugiados, Alimentos Bolívar nos llevó comida una sola vez y antes de que viniéramos al refugio”.
En el piso
En abril de este año, quien fuera la autoridad única de educación en Bolívar, Mauro Suárez, afirmaba que las escuelas eran reacondicionadas durante la cuarentena para un eventual regreso a clases.
Para entonces, escuelas como la Antonio de Berrio, en San Félix, sufría el desmantelamiento por parte de la delincuencia durante el período de cuarentena.
De acuerdo con la secretaria general del Colegio de Profesores en Ciudad Guayana, Aida González, se estima que 89 % de las escuelas públicas en la zona no están aptas para un reinicio de clases presenciales. Mencionó los casos particulares de los planteles José Félix Rivas, Las Américas, Yocoima, Roraima y la Antonio de Berrio.
El gremio de educadores ha manifestado su preocupación al Ejecutivo nacional y regional, porque las instituciones siguen en pésimas condiciones. No han hecho un plan operativo de mantenimiento escolar. En plena pandemia ni siquiera se cuenta con el servicio básico de agua, que es indispensable, y los baños no funcionan”, agregó González.
Comercio informal
La representante del gremio calcula que más del 80 % de los docentes hoy se dedica al comercio informal para subsistir por los salarios de hambre que devengan como educadores.
“El Ejecutivo ni ha llamado a los sindicatos para hacer las mejoras salariales. Simplemente, no hay respuesta. Además, está el problema del transporte, de la gasolina, del dinero en efectivo. ¿Cómo hacen los docentes o alumnos para trasladarse a las instituciones si no tienen ni para comer?”, cuestionó la profesora Aida González.
Para Érika Carvajal, la mayoría de los docentes no se reincorporará a las aulas. De hecho, antes de la pandemia, la deserción de maestros en Bolívar rondaba el 80 %.
Vas al mercado de San Félix y te encuentras a docentes vendiendo cualquier cosa o dando clases de tareas dirigidas. El salario de un maestro es de uno a cuatro dólares y tres millones de bolívares el cestaticket. No tenemos seguro HCM ni seguro funerario”, lamentó.
Otra de las preocupaciones para este reinicio de clases presenciales son las vacunas contra la COVID-19. Hasta abril de este año, oficialmente se habló de 2450 trabajadores del sector educación inmunizados en todo el estado Bolívar. La cifra es de un total de más de 20.000 personas entre docentes, directivos, administrativos, cocineras y personal obrero.
CrónicaUno
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