Entre millones de migrantes miles de delincuentes salieron del país y sembraron semillas que profundizan la xenofobia que golpea a los migrantes
La historia de la delincuencia nacional está marcada por la existencia de bandas que han hecho historia, aunque antes no se conocían estructuras criminales como las que existen hoy en día. Claro que había bandas y muy bien organizadas, basta recordar la del capitán Avendaño, la primera megabanda de nuestra historia contemporánea, pero ninguna se acerca a las que tienen su génesis en las cárceles.
La crisis económica y penitenciaria que vivió el país a partir de los años 90 del siglo pasado, y que se agravó durante las siguientes décadas, fortaleció a criminales que enquistaron en barrios, zonas desprotegidas por las autoridades y en las cárceles donde nació una nueva forma de organización criminal que salió a las barriadas y más tarde a otros países.
El Tren de Aragua
Tradicionalmente, los delincuentes han dominado las cárceles venezolanas. A medida que se agravaba la crisis, los más poderosos “pranes” organizaron bandas para controlar las cárceles, eliminando a sangre y fuego toda competencia.
Durante más de una década las prisiones y entre ellas el Centro Penitenciario de Aragua o Cárcel de Tocorón, ubicada a 133 kilómetros de Caracas, tuvieron su propio “gobierno”.
En Tocorón el crimen tenía una cara visible, su pran, Héctor Rutherford Guerrero Flores, alias, “el Niño Guerrero” quien apoyado por “luceros”, “gariteros” y “perros”, se hizo con el control de la cárcel aragüeña.
Aunque finalmente el Estado puso freno a la crisis penitenciaria, Tocorón de alguna manera se mantuvo fuera de ese "control” y, con Guerrero al frente, el Tren de Aragua se consolidó como la organización criminal más importante del país, se extendió fuera de la cárcel y llegó a estados tan apartados como Táchira, Bolívar y Sucre.
A medida que la crisis se agravó, millones de venezolanos emigraron y entre ellos, miles de delincuentes cruzaron las fronteras buscando un nuevo comienzo, mejores mercados o huyendo de las sangrientas razzias policiales que en pocos años cobraron miles de vidas.
Crimen made in Aragua
Así de pronto un mal se multiplicaba, como en un cáncer hizo metástasis y los tumores aparecían en los países que recibían a la migración venezolana.
Provenientes de un país en el que la delincuencia se había hecho feroz y sanguinaria, los delincuentes locales actuaron con la misma fiereza y rencor con las que actuaban acá. Sus acciones terminaron afectando a la visión venezolana.
De esta manera, el nombre del Tren de Aragua comenzó a sonar en varios países. La banda más temida de Venezuela, actuaba en Bogotá y en Lima, en varios estados en Brasil, en Santiago de Chile o en Quito.
A punta de secuestros, asesinatos y mutilaciones se tejía una leyenda negra. Pero, ¿en realidad se trata del mismo grupo nacido en la cárcel maracayera? A juicio del criminólogo Luis Izquiel, hay en parte realidad y en parte ficción en esa aseveración.
"Sabemos que hay células del Tren, en Colombia, tienen fuerza suficiente para disputarle al ELN por el control de zonas fronterizas. Autoridades chilenas aseguran tener pruebas de su presencia en el país austral, también estarían en la frontera de Bolivia", indica Izquiel.
"Sabemos qué delincuentes nacionales conformaron pandillas donde llegaron y adoptaron el nombre de la banda aragüeña para tener mayor jerarquía e infundir miedo entre sus rivales", asegura.
El miedo vende
Se trata de una especie de denominación de origen o marca registrada que genera respeto entre delincuentes y autoridades y miedo en la población. Algo así ya se había visto con los cárteles de Medellín y de Juárez.
En países como Colombia, Perú y Chile, donde ha habido una intensa campaña mediática y política contra la migración venezolana,la presencia de delincuentes nacionales ha contribuido a exacerbar la leyenda del Tren de Aragua, golpeando fuertemente al migrante que a priori es señalado de delincuente.
Entre los causantes de la mitificación de la banda están los cuerpos de seguridad de cada país, que gracias a cierta xenofobia, encontraron nuevos sospechosos para crímenes que siempre habían ocurrido en esas latitudes. Los delincuentes habituales fueron sustituidos por venezolanos y los titulares alarmantes contribuyeron a profundizar los miedos.
Preguntas sin respuestas
Otras de las cosas que intrigan sobre esta expansión, son “¿Dónde está el dinero que genera esta organización con “negocios” que producen millones de dólares en extorsiones, secuestros, trata de personas y narcotráfico?, ¿dónde y en qué se invierte?” se pregunta Izquiel.
“¿Opera bajo un solo liderazgo?, ¿es como las maras, con pequeñas bandas regadas por todas partes, que comparten nombre y modus operandi?,¿es un tipo mixto de organización?
¿Existe alguna investigación internacional dirigida a atacar este problema?, ¿es cierto que las autoridades de otros países se han estrellado contra un muro al tratar de conseguir información sobre el Tren de Aragua en Venezuela?
Complementaria
Tendencias y falta de verificación
Para ilustrar esta situación observamos la tendencia de búsqueda en Google. Analizamos el término “Tren de Aragua” en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Chile, durante el último año, comparando los picos en las búsquedas con noticias.
El Chile, la mayor cantidad de búsquedas de los últimos años, ocurrió entre julio y agosto de 2022, relacionadas con las reacciones a declaraciones del presidente chileno, Gabriel Boric, sobre el Tren de Aragua, a raíz un operativo que arrojó la detención de varios venezolanos, quienes integraban la banda Los Gallegos, presunta filial de la banda aragüeña.
¿Más ejemplos? Citemos el pico de octubre de 2021, cuando las búsquedas chilenas se dispararon detrás del “tatuaje del tren de Aragua” cuando en las noticias alguien declaró que “todos los integrantes de la banda se tatuaban un fusil o dos” y nadie se preocupó por investigar.
El asunto es que los tatuajes de bandas son prácticamente inexistentes en Venezuela, basta buscar ese término para encontrar casi nada, un ejemplo más del impacto que pueden tener publicaciones no verificadas o confirmadas.
ElUniversal
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