Upata, 7 de noviembre de 2023. Sin duda alguna, el crimen más atroz cometido en el municipio Piar en los últimos años es el asesinato de Héctor Vallés, un joven de 18 años que, al comenzar su trabajo como taxista en moto, fue secuestrado y vilmente asesinado. Esto causó angustia durante cuatro días a toda la familia y amigos, y un dolor eterno a sus padres tras conocer la fatídica noticia y el hallazgo de sus restos.
Nada explica cómo dos seres inhumanos, endemoniados, cegaron la vida de este chico, presuntamente para robarle la moto. Luego de engañarlo pidiéndole una carrera, lo golpearon como bestias con un objeto contundente, lo que provocó que el chico muriera a causa de las fracturas en su cuerpo y una hemorragia interna.
Así lo arroja el informe forense y el testimonio de algunos allegados a la familia. Lo más triste del caso es que, a más de 10 días de la desaparición y muerte de Héctor Vallés, no se tiene un detenido, se desconoce si existe alguna investigación y el fantasma de la impunidad se apodera del caso.
¿Cuánto más debe llorar la familia Vallés por la pérdida de Héctor y el saber que sus homicidas andan libres, impunes, sin castigo por tan cruel crimen?
¿Qué pudo haber llevado a estos animales endemoniados a ensañarse contra un joven que apenas se abría a la vida? ¿Vale la pena el costo de una moto que en el momento no superaba los mil dólares por el valor de la vida de un niño que dejó una herida incurable en el seno de su familia?
¿Cuántos Héctor Vallés tendrán que morir para que las autoridades se enfoquen en estos criminales? Sobre este chico solo reina la impunidad y el dolor. Pasan los días y seguro muchos esperan que el caso se olvide en la sociedad y de seguro así ocurrirá. Solo en Venezuela, la impunidad ocupa las estadísticas más altas de la región por cuarto año consecutivo.
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