El régimen de Nicolás Maduro en Venezuela ha incrementado la detención de ciudadanos extranjeros como parte de una estrategia para obtener influencia y ventajas en negociaciones políticas y económicas con países adversarios, especialmente Estados Unidos.
Según analistas y defensores de derechos humanos, estas detenciones bajo acusaciones de terrorismo o espionaje tienen el objetivo claro de usar a los extranjeros como rehenes para intercambiarlos por concesiones de otros gobiernos.
El caso más reciente involucra al gendarme argentino Nahuel Gallo, detenido al ingresar a Venezuela para reunirse con su familia. El gobierno de Argentina denunció el "secuestro" de Gallo como una "flagrante violación de derechos humanos".
La práctica de capturar extranjeros no es aislada, pues el régimen de Maduro ya ha negociado la liberación de ciudadanos estadounidenses a cambio de familiares suyos condenados por narcotráfico. Expertos señalan que esta táctica de "tomar rehenes" es común en regímenes autoritarios como Rusia, Cuba e Irán, aliados de Venezuela.
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