Comunidades waraos en Puerto Ordaz y Tucupita se ven obligadas a recolectar desechos en vertederos para sobrevivir, enfrentando precarias condiciones de trabajo, inseguridad alimentaria y falta de acceso a servicios básicos.
En los vertederos municipales de Puerto Ordaz y Tucupita, miembros de la etnia warao, una de las más numerosas y antiguas de Venezuela, se ven obligados a recolectar plástico, cobre, aluminio y hierro entre la basura para poder subsistir. Esta realidad se debe al abandono y la falta de políticas del Estado para apoyar a estas comunidades.
Pese a que los vertederos son vistos como un "potencial" económico por algunas empresas recicladoras, la situación que enfrentan los waraos allí es precaria y antihigiénica. Los niños, desde que comienzan a caminar, se adentran en la basura para ayudar a sus familias, mientras la escolaridad queda relegada.
Antes, los waraos vivían de la siembra y la pesca en los caños del Delta del Orinoco. Sin embargo, el avance del siglo XX y la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela los ha obligado a migrar a los centros urbanos, donde su principal fuente de ingresos son trabajos informales, la elaboración de artesanías y la recolección de desechos.
Felipe, un warao de la comunidad 23 de Febrero en Tucupita, lamenta que el gobierno no haya desarrollado políticas para que puedan mantenerse en sus territorios ancestrales o dedicarse a la siembra. "Aquí uno no tiene tierras", señala.
La escasez de gasolina, la inseguridad y la falta de acceso a servicios básicos han llevado a muchos waraos a migrar a Brasil, Guyana o Trinidad y Tobago, donde se estima que hay más de 7 mil personas de esta etnia.
📝Con información de Correo del Caroní
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