La explotación ilegal de oro está transformando profundamente la geografía poblacional del país, provocando un fenómeno de migración interna y generando nuevos desafíos urbanos.
En la Amazonía venezolana, uno de los últimos grandes pulmones verdes del mundo, se está desarrollando una crisis silenciosa: la minería ilegal. Esta actividad, impulsada por la demanda internacional y la crisis económica local, no solo está devastando el medio ambiente, sino que también está alterando las dinámicas poblacionales de la región.
Según una investigación publicada en 2022, se han identificado más de 3.700 puntos de actividad minera ilegal y una red de pistas utilizadas para el tráfico de oro y droga en la Amazonía venezolana. Para extraer el oro, los mineros destruyen grandes extensiones de selva, eliminando la vegetación que regula el clima y mantiene el equilibrio hídrico. Entre 2016 y 2020, se perdieron más de 140.000 hectáreas de bosque primario en esta zona.
Pero el impacto de la minería ilegal va más allá de la devastación ambiental. Ha desencadenado un fenómeno de migración interna donde las comunidades indígenas y rurales son desplazadas de sus territorios ancestrales. Muchas de estas comunidades terminan en ciudades intermedias como Puerto Ayacucho y Ciudad Bolívar, donde la falta de planificación y recursos genera nuevos desafíos urbanos.
La sobrepoblación en estas ciudades ha incrementado la demanda de servicios básicos, ha agravado la precarización del empleo y ha incentivado la proliferación de asentamientos autoconstruidos, aumentando la vulnerabilidad de las poblaciones. Además, la contaminación de los ríos por el uso de mercurio en la minería ilegal afecta gravemente a las comunidades indígenas que dependen de la pesca para su subsistencia.
Diversas organizaciones ambientales y comunidades indígenas han impulsado iniciativas para proteger sus territorios y fomentar alternativas económicas sostenibles. Sin embargo, la cooperación entre actores locales, nacionales e internacionales es clave para detener el avance de la minería ilegal y asegurar que la Amazonía venezolana siga siendo un refugio de biodiversidad y cultura para las futuras generaciones.
📝Con información de ELPAÍS
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