Ciudad de Panamá, 9 de abril de 2025 — En un movimiento que redefine las alianzas geopolíticas en América Latina, Panamá ha decidido abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, un acuerdo firmado en 2017, y fortalecer su relación estratégica con Estados Unidos. El presidente panameño, José Raúl Mulino, anunció esta ruptura tras una reunión clave con el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, el pasado 8 de abril, en la que ambos líderes acordaron blindar la seguridad del Canal de Panamá, reactivar ejercicios militares conjuntos y abordar el flujo migratorio en la región.
Durante su visita, Hegseth destacó la importancia de mantener el Canal fuera de la influencia china, afirmando que "Estados Unidos no permitirá que China o cualquier otro país ponga en riesgo su operación". Este mensaje llega tras meses de tensiones, incluyendo advertencias del presidente Donald Trump sobre la necesidad de "recuperar" el control estratégico de la vía interoceánica, transferida a Panamá en 1999 bajo los tratados Torrijos-Carter.
Mulino, por su parte, reafirmó la "soberanía irrenunciable" de Panamá sobre el Canal y sus áreas adyacentes, mientras que ambos gobiernos pactaron revitalizar el "Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad" y retomar ejercicios militares como PANAMAX en 2026. La cooperación también incluye medidas para frenar la migración ilegal a través de la selva del Darién, un punto crítico en la ruta hacia Norteamérica, y fortalecer la ciberseguridad y la defensa marítima.
El giro de Panamá responde a presiones de Washington, que ha expresado preocupación por la presencia de empresas chinas, como la filial de CK Hutchison Holdings, en los puertos de Balboa y Cristóbal, ubicados en los extremos del Canal. Hegseth señaló que esta infraestructura crítica podría ser utilizada por Pekín para actividades de vigilancia, una acusación que la Embajada de China en Panamá rechazó enfáticamente, calificándola de "infundada" y recordando que la única interrupción histórica del Canal ocurrió durante la invasión estadounidense de 1989.
Con este paso, Panamá se convierte en el primer país del hemisferio en salir formalmente de la Ruta de la Seda, marcando un hito en la competencia entre EE.UU. y China por la influencia en América Latina. La decisión no solo refuerza la alianza histórica con Washington, sino que también posiciona al Canal como un bastión estratégico frente a las tensiones globales crecientes.
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